El móvil se ha
vuelto una extensión de nuestro cuerpo, es parte de nosotros mismos y nos
permite comunicarnos con el resto del mundo. Además, llevamos media vida metida
en él. Por eso, se desea más perder la cartera o las llaves antes que el
celular.
La nomofobia,
abreviación del anglicismo No Mobile-Phone
Phobia (fobia a no tener el teléfono móvil), es la fobia más grande de
nuestra generación: es el miedo a perder el contacto con tu móvil. Por ejemplo,
olvidártelo en casa durante todo el día o el no poder consultarlo en horas de
trabajo.
Cuanto más tiempo
se pasa lejos, más ansiedad se genera. Sólo se piensa en las notificaciones, en
quién habrá llamado, en las actualizaciones pendientes, en los mensajes del
Whatsapp que no se pueden leer, en la partida de TriviaDos a medio acabar con
una amistad, etc. Las horas pasan, la temperatura corporal sube y los nervios
acaban por dominar al individuo.
La adicción al
móvil es tan grande que nubla la capacidad de razonar de la persona,
entorpeciendo su actividad diaria, el relacionarse con normalidad con amigos y familiares o llegando a perjudicar la rendibilidad en el
trabajo. ¿A quién no han llamado la atención en la empresa por consultar el
móvil de manera reiterativa? ¿O cuánta gente es capaz de ir a una reunión sin
llevar el móvil y no dejarlo encima de la mesa?
Las App’s más
adictivas son las de mensajería instantánea (Whatsapp, Viber, Line, BlackBerry,
entre otros), ya que permiten comunicarte al instante e ilimitadamente con
todos tus conocidos. Además, se puede realizar de forma discreta y sin llamar
la atención. Llegan a interferir gravemente en la vida cotidiana (en los
estudios o en el trabajo) y una dependencia constante son algunos de los
síntomas de la nomofobia. Ya no se es un usuario normal, sino un enfermo de una
red social.
Enrique Echeburúa,
catedrático de Psicología de la Universidad del País Vasco, afirma que “la
escena de una pareja o de un grupo de amigos con una cerveza en la mano y con
el móvil en la otra es frecuente y representa otro de los principales problemas
de las App’s de mensajería: el desinterés por la vida real.” El especialista
pone como ejemplo de adictos a las personas que son capaces de escribir 40
mensajes entre las diez de la noche y las dos de la madrugada, una anomalía que
trastoca la vida cotidiana.
Poner límites
horarios es una de las soluciones para no caer en la tentación, aunque si ya se
ha caído lo mejor es cortar por lo sano y estar un mes o dos en abstinencia,
para así luego volver a aprender a usar el móvil de manera racional.
Todo este
padecimiento de tener el móvil lejos y la obsesión de consultarlo cada diez
minutos vienen dados por el hecho de que el 96% de los españoles tienen un
teléfono móvil, cifra que supera la registrada en Francia, Estados Unidos o
China. Y el 26% de los usuarios tienen dos móviles, y un 2% hasta tres. El 33%
de los españoles navega por la red con su Smartphone.
España es el país con más teléfonos por habitantes y casi 10 millones usan el
whatsapp para enviar mensajes, fotos y vídeos. Con estos dados de un estudio
realizado por el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad se
puede decir que la nomofobia, tiene un buen caldo de cultivo.
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